Aníbal torres v.

NO A LA REELECCIÓN

            La experiencia histórica y social nos demuestran que la reelección en el Perú es sinónimo de corrupción, impunidad, mediocridad en el ejercicio del poder, de déficit fiscal, de privilegiar el interés individual, partidario y de determinados grupos de poder particular, relegando el interés general de la comunidad. La reelección es el cáncer de la política peruana, por lo que hay que decirle NO a toda reelección en la Administración Pública.

            La reelección es la causa del saqueo del Estado por familias enteras que se han adueñado del poder, de la falta de responsabilidad social de los políticos, duchos en engañar al pueblo aprovechándose del subdesarrollo cultural existente, de la existencia de un ordenamiento jurídico agobiante y desalentador de la iniciativa privada, de la pérdida de la perspectiva nacional en favor de pequeños grupos particulares de intereses.

            Para las grandes mayorías nacionales, la reelección significa menos libertades individuales, ausencia de desarrollo cultural, social, económico, pobreza extrema en incremento, degradación de la educación en todos sus niveles al extremo que ahora somos el país de peor calidad educativa en toda Latinoamérica, distribución de la riqueza en pequeñas elites, retardo mental de millones de niños por efecto de la desnutrición, ausencia de los servicios públicos de salud, justicia, seguridad pública, infraestructura, ausencia de democracia dentro y fuera de los partidos políticos.

            A la reelección se debe el caos, decadencia y descomposición institucional, como sucede, por ejemplo, con el Congreso de la República convertido en un mercado del " do ut des ", o con las universidades nacionales, como la de Puno, Trujillo y la UNI, paralizadas por una huelga que dura ya más de 40 días por culpa de la reelección de sus autoridades, las cuales no han hecho nada para elevar el nivel académico, la investigación y la proyección social. La clase política permanece inmutable ante tal desastre.

            La reelección origina que el Congreso de la República apruebe Presupuestos gubernamentales con alto déficit fiscal en un mundo globalizado en el cual la economía se inserta a los mercados financieros internacionales, causando la huída de capitales, inflación, incremento del gasto público a niveles superiores a los requeridos para que el Estado cumpla con las funciones que le competen, lo que conlleva a imponer a los agentes económicos gravámenes que desincentivan el crecimiento económico con perjuicio de la sociedad.

            Se debe a la reelección que clase política gobernante, la burocracia dorada y la seudo democracia existente nos sean demasiado caras, cuyo costo se financia con los impuestos que todos pagamos. A mayores impuestos para que la clase política gobernante financie sus gastos, menos incentivos para invertir, trabajar y ahorrar, por tanto, menor tasa de crecimiento económico.

            La burocracia dorada, sustentada en la reelección, no genera riqueza, por el contrario, al maximizar la recaudación de rentas para atender al gasto corriente, inhibe que el sector privado la genere. Los beneficiarios de la reelección no tienen capacidad ni voluntad de terminar con la burocracia dorada para orientar el gasto público a la atención de los servicios públicos que sirvan de detonante de la inversión y el crecimiento. La contribución del gasto estatal al crecimiento económico es nula.

            Los congresistas para "reengancharse con sus electores", en la búsqueda de la reelección, aprueban niveles de impuestos y gastos para favorecer a grupos particulares de presión, lo que afecta el crecimiento económico. Nadie gasta peor que la clase política peruana que derrocha los recursos en su propio beneficio y de pequeños centros de interés a los cuales sirve. Como no son dueños de los recursos fiscales los despilfarran o utilizan deficientemente, en vez de generar riqueza la destruyen, matan a la iniciativa privada con impuestos expropiatorios, impidiendo la generación de puestos de trabajo mediante el crecimiento económico.

            Los políticos gobernantes, empedernidos defensores de la reelección, hicieron el ridículo de retirar la firma del japonés de la Constitución de 1993. Se propusieron sustituirla por otra sin contar con poderes constituyentes. Pero al advertir que no cuentan con el respaldo popular, han decidido hacer solamente algunas enmiendas, eludiendo el referéndum. Con tal de mantener la reelección y sus privilegios, ahora defienden y se amparan en la   Constitución de Fujimori que antes calificaron de espuria. Los que defendieron la Constitución de 1979, haciendo del transfuguismo una virtud, con el fin de reelegirse, se han pasado a la Constitución de 1993, ya no se acuerdan que la calificaron de ofensiva de todos los peruanos. Si de llegar o mantenerse en el poder se trata, da lo mismo estar con Dios o con el diablo. El asunto es llegar, no importan los medios, lo que importa es disfrutar del poder y de la plata que confiere la política peruana.

Pensar que los legisladores puedan poner fin a la reelección es una ilusión, es imposible que ellos puedan ir en contra de sus intereses y de los grupos de presión a los cuales sirven. Si queremos un país con posibilidades para todos los peruanos es crucial terminar con la reelección en toda la Administración del Estado y ello solamente es posible con una Asamblea Constituyente.

 

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Aníbal Torres Vásquez